No se como empezar esta entrada, la verdad sea dicha. Sé a ciencia cierta que todo lo que escriba será insuficiente para reconocer a mi padre tanto como cazador como persona. Mi padre Martín, fallecido hace pocos días. Jornada a los patos. Coto de El Espinar, 2006 Mi afición a la caza, a los perros y al campo en general se la debo a mi padre. El mundo de la caza estuvo presente en mi casa desde que tengo recuerdos gracias a él. La presencia de piezas de caza era habitual. Ver como mi padre limpiaba su escopeta ó ver perros de caza en el patio de casa era algo normal para un niño como yo en los años 70. Mi padre, que me transmitió esta afición también recibió de su padre, Agapito, esta misma afición. En aquellos tiempos, el mundo de la caza era muy diferente al que conocemos actualmente. Hoy día nadie entendería salir de caza sin ir en coche, andando en muchas ocasiones decenas de kilómetros hasta el cazadero. Ni tampoco se entendería no usar rifle para la caza mayor. Mi padre sol